En nuestra práctica, vemos como muchas personas se desvían del camino y toman las peores decisiones de su vida, atentando contra su propio bienestar y tranquilidad. No es nuestra tarea juzgar, todo lo contrario, nuestro deber es ayudar a las personas que se han equivocado y han cometido algún delito, para reducir su condena y darles herramientas para retomar el orden de su vida.
Por otro lado, también hay personas a quienes se les acusa de un delito siendo inocentes, acabando su reputación, afectando su vida para siempre. Para ellos trabajamos, dando esperanzas a través de un manejo efectivo del caso que lo involucra.